Transgénicos, avance o amenaza
Los cultivos transgénicos, también llamados OMG (organismos modificados genéticamente), son aquellos a los que se les han añadido genes de otras especies o variedades, a través de la biotecnología. El objetivo es dotar a cada uno de estos alimentos de propiedades de las que carecen en origen (hacerlos más resistentes a sequías, plagas, infecciones, herbicidas etc).
Desde su nacimiento, los alimentos y cultivos transgénicos han estado salpicados por la polémica. Para algunos sectores, son una auténtica amenaza para la salud y el medio ambiente en el planeta. Algunos científicos, por contra, consideran que estamos ante la mayor innovación, en la producción alimenticia, de los últimos treinta o cuarenta años.
La organización ecologista Greenpeace ha elaborado una guía de alimentos modificados genéticamente. Esta lista contiene relaciones de productos, para los que la organización garantiza la no presencia de transgénicos. También contiene relaciones en las que son los productores los que aseguran no haber alterado genéticamente sus producciones.
Los contrarios a los transgénicos argumentan su oposición en los peligros derivados, que estas alteraciones pueden acarrear en la salud de las personas, el medio ambiente, la agricultura sostenible y el hambre en el mundo. Según ellos, se trata de un experimento a escala mundial y de consecuencias insospechadas. Sólo unas cuantas empresas controlan el 70 por ciento del mercado mundial de semillas. Si todas estas multinacionales acuerdan la adopción de modificaciones genéticas en sus productos, los pequeños agricultores tendrán pocas opciones y se verán obligados a trabajar este tipo de cultivos de alto riesgo.
Por su parte, los defensores de la aplicación de la biotecnología en los OMG estiman que no se han demostrado los perjuicios de los transgénicos en la salud humana o en el medio ambiente.
España ha sido una de las naciones pioneras, en Europa, en la siembra de algunas variedades transgénicas de maíz. Todas las autorizadas en nuestro país han tenido efectos insecticidas. Algunas de estas variedades portan un gen resistente a la ampicilina (Bt176). Este gen ayuda a los cultivos a controlar plagas, como el taladro. En algunos países (Austria o Italia) se prohibió, desde el principio, la manipulación con este tipo de genes, por los graves riesgos que suponen para la salud en el hombre.
Muchos de los cultivadores españoles de maíz, que emplean genes como los Bt o Mon810, se sienten satisfechos con los resultados. Obviamente y desde el punto de vista económico, puede tratarse de cultivos mucho más rentables que los naturales. No obstante, existen datos fundamentados que demuestran sus perjuicios para la salud de los humanos y del planeta.
Vía | Muy interesante
Foto | Flickr-Fotosderianxo