La invasión de los ladrones de cuerpos, versión del mundo animal (II)
En esta segunda entrada continuamos con nuestro peculiar recorrido por algunos de los parásitos más siniestros que habitan en nuestro planeta, aquellos capaces de controlar las acciones de los anfitriones a los que infectan. Sin muchos más preámbulos, vamos a dar comienzo a este segundo capitulo protagonizado por estos particulares ladrones de cuerpos. Podéis consultar la anterior entrada aquí.
En esta ocasión se trata de una especie de percebe parasitario que es capaz de realizar en su anfitrión una transformación que a muchos nos resultaría difícil de creer. Los sacculina, que como decía son una especie de percebes, se infiltran dentro del cuerpo del cangrejo a través de cualquier recoveco que pueda encontrar. Cuando esto sucede, el sacculina desecha su parte dura y se introduce en el cuerpo del cangrejo.
Una vez completa la infección, el sacculina crece y se desarrolla dentro del cangrejo, el cual pasa a ser controlado por el parásito. A partir de este momento, el cangrejo no es otra cosa que un vehículo, al que esteriliza y hace perder sus habilidades regenerativas, para este particular percebe en su búsqueda de una pareja reproductiva. Una vez formado completamente, el sacculina emerge como si de un huevo se tratase a través del abdomen del mismo.
Pero lo más curioso de este parásito es que es capaz de feminizar a los machos de cangrejo, agrandando el tamaño de su abdomen y reduciendo el de sus pinzas transformándolos prácticamente en hembras para que puedan cuidar y dar el cobijo necesario a las larvas del sacculina.
Otro curioso y temible parásito controlador de mentes es el Leucochloridium paradoxum, un gusano que se introduce en los caracoles para controlar sus acciones y lograr cumplir su ciclo reproductivo. Los caracoles infectados por este «gusano zombie» son relativamente fáciles de identificar, ya que sus ojos pasan a tener un vivo color esmeralda, dándoles la apariencia de gusanos y bajo nuestra percepción, un aspecto algo alocado.
Esta infección reduce la percepción de la luz en el caracol, lo que les hace más vulnerables y les obliga a buscar zonas más iluminadas y expuestas. La idea de todo esto es conseguir que el caracol sea devorado por un ave, donde este gusano podrá completar su ciclo reproductivo, desarrollando las nuevas larvas en el recto del ave. Cuando estas son expulsadas con las heces, el ciclo se cierra, y los nuevos gusanos buscarán más caracoles a los que infectar.
Vía | Wikipedia, Eol
Fotografía | Bathyporeia, Mario Quevedo