El agua y la corrosión (II)
En este caso te contaremos la forma en que se puede proteger a los metales contra la corrosión.
Miles de millones de dólares se gastan cada año para protegerlos o para reparar los objetos dañados. Uno de los medios de protección más común es una capa de pintura. Ese color rojo que tienen muchas grúas, puentes, vigas y el fondo del casco de los barcos, se debe a la pintura anticorrosiva. Los automóviles y otros objetos de hierro o acero deben (o deberían) recibir una mano de pintura especial antioxidante antes de aplicarles la pintura definitiva.
La electricidad también interviene en muchas formas de erosión, hay materiales que en contacto con el agua forman millones de lo que podría llamarse pequeñas pilas eléctricas que se comen un material a cuenta del otro, los botes y latas de alimentos suelen hacerse con una chapa de acero muy fina, a la que se da un baño de estaño que no se oxida, pero si se rompe este baño por un simple arañazo o al abrir la lata, la corrosión es más rápida que si el acero no estuviera protegido.
Hay otro sistema de protección, llamado galvanizado, mediante el cual se cubre el hierro o el acero con cinc. Este sistema resulta muy práctico porque el cinc es más activo que el metal que protege.
Muchas veces se forra el exterior del casco de los barcos con planchas de cinc que, aunque el mar corroe, impide que el acero del casco sea atacado. Esto se llama corrosión de sacrificio. En la construcción de los aviones de reacción modernos, las piezas metálicas llevan hacia ocho capas de protección, unas que se aplican a las piezas separadas y con otras después de armadas entre sí.
Fuente | El Agua – Ciencia Visión
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