Los cefalópodos pueden escuchar bajo el agua

Los cefalópodos  pueden escuchar bajo el agua

Escrito por: Manzano Azul    21 julio 2009     2 minutos

Los cefalópodos son moluscos marinos cubiertos por un manto en forma de saco, con una abertura por la cuál sale la cabeza, rodeada de tentáculos largos, provistos cada uno de ellos de ventosas sensitivas; existen alrededor de 700 especies de cefalópodos, que pueden tener desde ocho tentáculos, como los pulpos, hasta 90, como los nautilos.

Según una reciente investigación, y tras años de especulaciones en torno al sentido del oído de estos animales, afirman que los nautilos, pulpos, calamares y sepias, clasificados taxonómicamente dentro del grupo de los cefalópodos, pueden escuchar sonidos bajo el agua; este estudio se realizó en Taiwán, a cargo del doctor Hong Yan, de la Academia Nacional de Ciencia de Taipei.

El oído de los cefalópodos no es tan bueno como el de los peces, pero seguramente les ayuda a orientarse para atrapar a sus presas y comunicarse entre sí y alertarse sobre la cercanía de depredadores u otras situaciones de interés grupal; anteriores estudios con pulpos ciegos, los mostraban capaces de localizar el sonido de barcos, por el repicar sobre su tanque, pero se ponía en duda su capacidad auditiva por el hecho de carecer de cámaras de aire, como las que permiten a los peces flotar y escuchar.

El doctor Yan ha descubierto el mecanismo que hace las veces de oído en los cefalópodos, un órgano llamado estatocisto; se trata de unos pequeños sacos que contienen una masilla mineralizada, recubiertos de vellos sensoriales. También los peces y los camarones, pueden valerse de esta estructura para escuchar; mientras los pulpos escuchan en un rango de entre 400 y 1000 Hz, los calamares pueden llegar a los 1500 Hz.

Normalmente un estudio que busque investigar las capacidades auditivas de un organismo, requiere poner electrodos directamente sobre nervios expuestos, lo que significaría dañar a los animales estudiados; por lo tanto el equipo del profesor Yan, decidió ubicar los electrodos en el cuerpo del animal, para medir la actividad eléctrica de su cerebro, sin invadirlos ni herirlos, pero recibiendo satisfactoriamente su respuesta cerebral a los sonidos.

Fuente l Journal Comparative Biochemistry and Physiology