Chernóbil 30 años después: la vida animal se abre camino
El desastre nuclear de Chernóbil supone el ejemplo más cercano a lo que sería un entorno libre de seres humanos. La fuerte radiación hizo que toda la existencia de humanos en los alrededores del reactor nuclear fuesen abandonados, lo que ha dejado en estos casi treinta años carta blanca a las especies animales que allí habitan.
Se podía pensar que la radiación destruiría todos los seres vivos de la zona, reduciendo las poblaciones animales a mínimos y dejando únicamente el cascarón vacío de las ciudades. Pero como decía cierto personaje de película «la vida se abre camino» y en este caso es una afirmación con más fuerza que nunca, ya que durante estos casi treinta años sin humanos en el área de Chernóbil la vida animal ha crecido con fuerza.
Un reciente estudio ha revelado unos datos sorprendentes sobre el desarrollo de la vida animal y es que los humanos somos más perjudiciales para la vida salvaje que una catástrofe nuclear. En estos años, el número de animales de gran porte ha aumentado espectacularmente, lo que contrasta con el declive que experimentan en las zonas habitadas por el hombre, incluso en las áreas cercanas que no están dentro de la zona de exclusión de Chernóbil.
En cualquier caso, la radiación sí tiene efectos en los animales tal y como desvelan otros estudios. Este veneno causa tumores y malformaciones en algunas especies, lo que reduce su esperanza de vida significativamente, pero gracias a que las poblaciones son más grandes, se compensan estas pérdidas y el crecimiento sigue siendo positivo. Esta es una muestra más del gran impacto que tienen los seres humanos en la naturaleza y de como tras nuestra ausencia, la naturaleza recupera su protagonismo.
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