El castor

El castor

Escrito por: Leticia    11 septiembre 2009     2 minutos

Muy por debajo del círculo Ártico existen ríos tranquilos que se mueven por los bosques de álamos y de abedules y hay embalses en donde se esconden los castores.

El castor tira abajo árboles construye presas y su obra tiene mucha influencia sobre la fauna y la flora de los alrededores. Las ramas y los peces, las aves acuáticas, el visón y hasta el alce frecuentan los estanques de los castores, esos refugios fortificados son los que le permiten vivir al animal, sin ellos sería imposible hacerlo.

La mayor parte de los animales tienen cuernos, aguijones, colmillos para defenderse. Algunos cuentan con medios para atemorizar al adversario, otros son rápidos para las huidas ya sea saltando, corriendo, arrastrándose, pueden desaparecer en pocos segundos, encontrando refugio en un árbol o disimulándose en una madriguera.

El castor no dispone de ninguno de estos recursos. Es gordo y lento como el puerco espin y es realmente una pieza fácil de atrapar para los carnívoros. Su única arma para defenderse es una fina dentadura. Su gruñido no puede asustar a nadie y sus patas sólo le permiten un golpe pesado, y si trepara a los árboles lo hace muy lentamente. Para poder abrigarse y ocultarse solo lo puede hacer en el estanque. Cuando algún peligro lo amenaza, el castor se sumerge allí, y no vuelve a aparecer. Vive debajo del agua durante todo el invierno, evitando así dejar sobre la nieve las huellas de su paso.

Lo más importante para el castor es tener a su disposición una determinada profundidad de agua durante el año, y cierta cantidad de árboles en las cercanías. Su preferencia son los álamos temblones, pero también le satisfacen los arces rojos, las hayas, los sauces, los alisos y los abedules. Estas condiciones son bastantes difíciles de conseguir. El nivel de embalses disminuye en el verano, y en el invierno sus aguas poco profundas se congelan en su totalidad, formando una masa compacta, los arroyos tienen a menudo exceso de corriente, y muchos de ellos se secan en el verano.

El castor, se ve frecuentemente obligado a modificar el régimen hidrográfico de su hábitat. Los estanques o embalses donde ha elegido su morada, son obra de ellos mismos.

Fuente | Maravillas de la naturaleza