El King Kong que existió en la realidad (parte 2)

El King Kong que existió en la realidad (parte 2)

Escrito por: Leticia    22 junio 2009     2 minutos

En esta segunda parte te contaremos más acerca del fabuloso hallazgo del Gigantopithecus.

Las mandíbulas que se encontraron y permitieron continuar con el análisis eran largas y gruesas, con molares planos y abundante esmalte, perfectos para moler elementos duros. Los premolares son anchos y planos y los colmillos romos, mientras que los incisivos eran pequeños y se encontraban muy unidos. En conjunto es como su hubiera sido una herramienta perfecta para cortar, similar a la de los perezosos de la actualidad.

La estructura de los dientes, combinada con la de las mandíbulas, indica que estaban adaptados para poder comer alimentos fibrosos y duros

Dentro de un año el Max Planck habrá desarrollado una tecnología que permitirá extraer proteínas del esmalte de los dientes fósiles, lo que permitirá estudiar por primera vez el ADN de este animal y determinar su relación de parentesco con gorilas, orangutanes y sus antepasados.

Respecto a la alimentación, hay que decir que los grandes herbívoros suelen comer grandes cantidades de plantas diversas de poco valor nutritivo.

Otra similitud entre el Gigantopithecus y los pandas es la cantidad de caries en los dientes y de picaduras en el esmalte. La explicación puede estar en que el bambú escasea de tanto en tanto con la consiguiente aparición de enfermedades, además de contener almidón y azucares, que dañan los dientes.

Científicos analizaron en un microscopio de electrones de 2.000 aumentos diversos restos de tallos y hojas incrustados en los dientes y vieron que contenían sílice, que en parte tribuyen al que suele encontrarse junto al bambú.

El bambú era la comida principal del Gigantopithecus, pero cuando podía darse el lujo de complementarla con la de alguna fruta lo hacia.

El estudio también probó que en simio no vivía en la sabana, como se creía, sino en la selva, donde podía encontrar su postre favorito.

Uno de los enigmas que aun quedan por descubrir es si nuestro antepasado, el Homo erectus, tuvo algún contacto con el Gigantopithecus. Ya que ambas especies coexistieron durante un tiempo en la misma región según lo demostró un estudio realizado en el año 1989.

El Homos erectus vivía en las zonas bajas y valles ribereños, mientras que el Gigantopithecus habitaba en elevaciones mayores, en medio del bosque. La selva tropical no es el hábitat primordial de Homínidos y humanos, éstos tardaron miles de años en penetrar en las junglas para colonizarlas.

El Gigantopithecus se extinguió después de haber poblado las selvas asiáticas durante seis millones de años.

La teoría más aceptada es que el primate más grande de todos los tiempos perdió la partida ante los cambios medioambientales y climáticos, que produjeron, asimismo, la desaparición de su fuente de alimento. El problema, simplemente, es que era demasiado grande.

Fuente | Revista Genios